SANSÓN Y CASANDRA – Norman Finkelstein

Es casi seguro que quienes más o menos me siguen recuerdan al profesor estadounidense Norman Finkelstein, protagonista de esta escena recogida en Youtube (su madre sobrevivió al gueto de Varsovia, al campo de concentración de Majdanek y a dos campos de trabajo. Su padre fue asimismo un superviviente, tanto del gueto de Varsovia como del campo de concentración de Auschwitz).

Este largo artículo, que no leerá la gran mayoría de los que pasen por aquí o por allá, ha sido escrito recientemente por él, y es EL ÚNICO de cuantos conozco que juzgo diagnóstico perfecto de la patología que padece Israel, y seguramente más del 90% de israelíes. Lo recoge el admirable e imprescindible Poch de Feliu en su blog.

«Mi madre me contó una vez la historia de una mujer demacrada del gueto de Varsovia que gritaba desde el alféizar de su ventana que iban a matar a todos los judíos del gueto. La llamaban Casandra, por la profetisa de la fatalidad de la mitología griega. Todo el mundo daba por sentado que estaba loca. En retrospectiva, mi madre especuló con la idea de que, de algún modo, había llegado a conocer la verdad: los judíos no estaban siendo «reubicados» en el Este, sino que estaban siendo transportados a la muerte.

Hasta ahora he dudado en dar la voz de alarma. Pero, a riesgo de que me tachen de loco, debo, como acto de responsabilidad política, decirlo en voz alta: Israel se precipita hacia el abismo y arrastra al resto del mundo con él.

Un análisis racional de la situación actual debe partir de este hecho fundamental: Israel es un Estado loco. No un «mal actor». No un régimen «canalla». Es un Estado loco. El abanico completo de la opinión de la élite israelí, reflejo a su vez de la sociedad israelí en general (que apoya abrumadoramente la guerra genocida en Gaza; sólo un puñado de israelíes se ha negado a servir), abarca un mero salto de pulga:

En un polo se sitúan los «realistas chiflados», de los que el sociólogo C. Wright Mills escribió en el contexto estadounidense: «han llegado a creer que … no hay otra solución que la guerra, incluso cuando intuyen que la guerra puede ser una solución a nada … siguen creyendo que ‘ganar’ significa algo, aunque nunca nos dicen qué». (1) El profesor Benny Morris personifica eso. Es urbanita, culto, laico y un chiflado. Una vez incluso «demostró» que los judíos israelíes no podían coexistir con los bárbaros palestinos, entre otras cosas, reuniendo estadísticas sobre el número de accidentes de tráfico en los que se veían envueltos los palestinos. (2) Morris exhorta a EE.UU. a unirse a un ataque contra Irán y luego lanza la amenaza de que, si Washington no está a la altura de las circunstancias, Israel actuará en solitario bombardeando Irán. Debe ser consciente de que un ataque no sólo incineraría a decenas de millones de iraníes -piensa que se lo tienen merecido- sino que también desencadenaría una represalia terminal. Se dice que Hezbolá posee 150.000 misiles. Es un auto de fe tortuoso. Sin embargo, esa perspectiva no parece inquietar ni un ápice a Morris.

En el otro polo están los locos de remate, o los que están a un paso de alcanzar este umbral. «El mayor peligro al que se enfrenta Israel en estos momentos», observó con clarividencia Noam Chomsky hace ya cuatro décadas, «es la ‘versión colectiva’ de la venganza de Sansón contra los filisteos -‘Dejadme perecer con los filisteos’- mientras derribaba el Templo en ruinas». Los clones de Sansón instalados en Jerusalén o bien ya se han vuelto locos – «mataremos y enterraremos a los gentiles que nos rodean mientras nosotros mismos moriremos con ellos»- o bien fingen «volverse locos» para aterrorizar a enemigos y aliados por igual hasta la sumisión. Hay que señalar que la locura fingida se transforma fácilmente en real a medida que los fantasmas imaginarios que uno conjura repetidamente se filtran en las cámaras internas de la psique. El resultado es que esta locura, real o fingida, «hace que los cálculos racionales… sean cuestionables», ya que Israel «puede comportarse a la manera de lo que a veces se ha llamado ‘estados locos’». (3) Un reportaje en el periódico de ayer da cuerpo en tiempo real a esta propensión israelí a los arrebatos desquiciados: cuando un alto funcionario israelí aconsejaba prudencia, aunque sólo fuera a corto plazo, tras la represalia simbólica de Irán, un ministro del gabinete de extrema derecha exigía por el contrario que Israel se volviera «loco». (4)

El discurso pronunciado el 14 de abril en la sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU por el representante de Israel, Gilad Erdan, puso de manifiesto lo lunático que se ha vuelto Israel. Presentando una clase magistral de proyección aproximada, Erdan estaba aparentemente persuadido hasta la médula de su ser de que «el régimen islámico de hoy no es… diferente del Tercer Reich de Adolf Hitler….». Al igual que el régimen nazi, el régimen de los ayatolás siembra muerte y destrucción en todas partes…. Durante años, el mundo ha observado el ascenso de este Reich islamista chiíta, pero al igual que durante el ascenso del nazismo, el mundo ha permanecido en silencio»; que «las ambiciones hegemónicas de Irán de dominación global deben detenerse antes de que lleve al mundo a un punto de no retorno, a una guerra regional que puede escalar a una guerra mundial»; que Irán estaba «avanzando a toda velocidad hacia la capacidad nuclear … su tiempo de ruptura para producir un arsenal de armas nucleares es ahora de semanas, de meras semanas». Si el mundo no frenaba a Irán, a Israel no le quedaba otro recurso que soportar por sí solo la aplastante carga de detener al Tercer Reich de Hitler: «Nos están disparando desde todos los frentes, desde todas las fronteras. Estamos rodeados por los apoderados terroristas de Irán…. Todos los grupos terroristas que atacan a Israel son tentáculos del mismo pulpo chiíta, el pulpo iraní. Así que les pregunto, y sean sinceros con ustedes mismos, ¿qué harían? ¿Qué haríais si estuvierais en el lugar de Israel? ¿Cómo reaccionaríais si vuestra existencia se viera amenazada cada día? Israel no puede conformarse con la inacción. Defenderemos nuestro futuro». Levantando su iPad para mostrar una imagen de Israel interceptando supuestamente un dron iraní sobre la mezquita de al-Aqsa, Erdan incluso reivindicó para Israel el manto del verdadero guardián de los lugares santos del Islam – «mirad este vídeo que muestra cómo Israel intercepta drones iraníes sobre el Monte del Templo y la mezquita de al-Aqsa»- frente a los profanadores de los mismos en Teherán. El registro tonal de su discurso retórico era como una acusación desafiante: «¿Quién se atreve a dudar de mí? «En cada discurso y en innumerables cartas», recordó Erdan, «hice sonar la campana de alarma respecto a Irán». Acertó en que la campana debe sonar; pero se equivocó de dónde emana la locura. Medice, cura te ipsum (“médico, cúrate a ti mismo”). Si Erdan representa siquiera a la mitad del Estado y la sociedad israelíes -la proporción es posiblemente mucho mayor-, se avecina una catástrofe. Es cierto que los dirigentes israelíes han pronunciado en el pasado locuras certificables. Basta con recordar al primer ministro Netanyahu sosteniendo en la ONU una caricatura de la bomba iraní al estilo de los Loony Tunes y su declaración de que no fue Hitler sino el muftí palestino de Jerusalén quien ideó la Solución Final. De hecho, ya en las negociaciones de Camp David de 1978, el presidente Carter reflexionó sobre el jefe de Estado israelí: «Cada vez está más claro que la racionalidad de [Menachem] Begin está en duda». (5) En cualquier caso, un retroceso de civilización separa al Israel que una vez fue de lo en qué se ha convertido. El representante de Israel ante la ONU en el momento de la guerra de 1967 («de los Seis Días»), Abba Eban, podía prevaricar en serie -aunque con consumada elocuencia, como correspondía al triple primer graduado de Cambridge- sin pestañear. Pero aun así, era posible analizar racionalmente sus proposiciones (como yo me esforcé una vez) para demostrar que estaban equivocadas. (6) No es más posible analizar el discurso de Erdan que el desvarío de un psicópata.

Se podría instar a Irán a actuar con cautela para no agitar al lunático de la sala. Pero, en mi opinión, esa no es una opción viable. El registro documental demuestra que, una vez que Israel ha fijado un país en su punto de mira, nada que no sea la sumisión abyecta le hará desistir. Si la potencia «enemiga» se resiste a la provocación inicial, Israel seguirá escalando con otra y otra provocación hasta que resulte políticamente insostenible para la entidad objetivo absorber pasivamente nuevos golpes. Eso es lo que ocurrió cuando Israel atacó al egipcio Gamel Abdel Nasser a principios de la década de 1950. (7) (El primer ministro israelí Ben-Gurion temía que el «nacionalista radical» presidente egipcio pudiera presidir algún día un Estado moderno capaz de frenar las ambiciones regionales de Israel). Eso es lo que ocurrió cuando Israel atacó a la Organización para la Liberación de Palestina en Líbano a principios de la década de 1980. (8) (El primer ministro israelí Begin temía que la «ofensiva de paz» de la OLP -los palestinos apoyaban, pero los israelíes se oponían a un acuerdo de dos Estados- provocara una presión internacional sobre Israel para que se retirara de Cisjordania). Eso es lo que ocurrió en 2002 durante la segunda intifada, cuando Israel llevó a cabo asesinatos selectivos de líderes palestinos. (9) (El primer ministro Sharon temía que los palestinos detuvieran los ataques armados a cambio de un alto el fuego negociado). Eso es lo que ocurrió en 2008, cuando Israel rompió un alto el fuego con Hamás para lanzar la Operación Plomo Fundido. (10) (El primer ministro israelí Olmert temía que Hamás ganara legitimidad internacional al moderar su programa político). La lamentable verdad es que, a falta de un suicidio nacional, Irán no puede ejercer la opción de la inacción: Es casi seguro que Israel seguirá aumentando las provocaciones hasta que Teherán no tenga más remedio que responder. No sería de extrañar que Israel asesinara al ayatolá Jamenei y luego lo negara.

El gobierno israelí siempre ha estado alerta para aprovechar las oportunidades con el fin de poner en práctica sus planes preconcebidos. En 1989, durante la masacre de la plaza de Tiananmen, Benjamin Netanyahu instó a su gobierno a explotar esta distracción mediática llevando a cabo una expulsión masiva de palestinos en Cisjordania. El 4 de noviembre de 2008, cuando Estados Unidos eligió a su primer presidente negro, el primer ministro Olmert explotó esta distracción mediática rompiendo el alto el fuego con Hamás. El 17 de julio de 2014, cuando fue derribado un avión de pasajeros malasio que sobrevolaba Ucrania, el primer ministro Netanyahu explotó esta distracción mediática lanzando la asesina invasión terrestre de Gaza en la Operación Margen Protector. Los pretextos del 7 de octubre y ahora la «represalia» de Irán presentan a los lunáticos de Jerusalén una oportunidad sin precedentes para librar a Israel del triple desafío a su dominio regional: destruyendo Gaza, Hezbolá e Irán; la «niebla» de tal explosión permitiría también la limpieza étnica israelí de Cisjordania. Si se espera que cristalice una cábala sensata entre los dirigentes israelíes para detener esta precipitada caída al precipicio, hay que decir que las probabilidades están en su contra. El biógrafo de Hitler, Ian Kershaw, observó que, si los planes golpistas contra el Führer tardaron tanto en eclosionar, se debió a «un profundo sentido de obediencia a la autoridad y de servicio al Estado», a la creencia de que «no sólo era erróneo, sino despreciable y traicionero socavar al propio país en la guerra», y «aun cuando los desastres militares aumentaban y la catástrofe final se avecinaba, el apoyo fanático a Hitler no se había evaporado en absoluto y seguía mostrando una notable resistencia y fuerza».» (11) Es difícil no darse cuenta de que factores similares están en juego en los círculos de la élite israelí. En cuanto al último punto, mientras que los críticos de Netanyahu llevan años escribiendo su necrológica política, él sigue recuperándose a pesar de sus errores. ¿Por qué? Porque los israelíes se ven reflejados en él. De hecho, Netanyahu es Israel: un detestable y narcisista supremacista judío para quien sólo los judíos cuentan en el gran diseño de Dios. Por último, hay que reconocer que no todos los temores israelíes son infundados: a estas alturas está muy extendido el deseo de que Israel desaparezca del mapa mientras disminuye su capacidad de aterrorizar a sus vecinos hasta la sumisión. Pero, en su mayor parte, se trata de un callejón en el que el propio Israel se ha metido. Antes del 7 de octubre, Hamás había hecho gestos a favor de un acuerdo de dos Estados, mientras que Irán votaba sistemáticamente con la mayoría de la Asamblea General de la ONU a favor del consenso de dos Estados. Israel lo rechazó».

¿Resistirá el Primer Ministro Netanyahu la irresistible tentación de cortar el nudo gordiano regional o, como Sansón, hará caer el Templo -el resto de nosotros- con él? Probablemente, diría Casandra: ¡Todo está en juego!

Referencias

(1). Mills, Causas de la Tercera Guerra Mundial.
(2). Morris, Un Estado, dos Estados.
(3). Chomsky, Triángulo fatídico. El periodista de investigación Seymour Hersh desarrolló posteriormente las ideas de Chomsky en La opción Sanson.
(4). New York Times, 15 de abril de 2024.
(5). Carter, Diario de la Casa Blanca.
(6). Finkelstein, Image and Reality of the Israel-Palestine Conflict (Imagen y realidad del conflicto palestino-israelí).
(7). Benny Morris, Guerras fronterizas.
(8). Robert Fisk, Pity the Nation.
(9). Norman Finkelstein, Beyond Chutzpah.
(10). Norman Finkelstein, Gaza.
(11). Kershaw, Hitler, 1936-1945: Nemesis.

(Publicado en: Norman Finkelstein – Samson and Cassandra – Brave New Europe )

Picotear entre horas.

Frugal que me nacieron, despido el año con un caprichoso picoteo que me dejará como me quiero, insatisfecha incluso al levantarme de la mesa.

Sin poderlo evitar, los entrantes son tentadores, acabo de leer: «La imagen continuada de división, desconfianza y desencuentros que transmitieron las formaciones de Yolanda Díaz e Ione Belarra fue clave para que las bases de Podemos optaran por rechazar una coalición con Sumar»

«E IONE», NO, PÚBLICO. «Y IONE» SIN MÁS, TRANQUILAMENTE.

Tomás Navarro Tomás -filólogo, bibliotecario e intelectual español de la Segunda República, cuyas enseñanzas yacen aún, aunque muy polvorientas, en los anaqueles de mi modestísima biblioteca- ya nos advirtió de que no hay diferencia articulatoria alguna entre la «hi-» de hierba y la «y-» de yegua, la «hi-» de hierro y la «y-» de yeso (diptongos). Podemos escribir, pues, hierba o yerba, yodo o iodo.

Escribir «E IONE» es meter la pata de la boba ultracorrección, mis queridos bacalados. Pero, ¡vaya por Dios!, lo hace absolutamente toda la prensa y/o periodista que se precie. ¡Biba la curtura! Así le va de bien después a cualquier caudillito, y por ferrolano que sea. O ferrolana, por supuesto.

Claro que a mí faltitas ortográficas como esta me parecen… ¿cómo decirlo?, diminutos errores exquisitos considerando lo que me consta ahora, pero leí meses ha, algo a lo que mi ánimo cobardemente sobrecogido no fue capaz de enfrentarse con valor para matarlo y después traérmelo a enterrar en el blog. Supongo que por abrir boca nos advertía ya el titular, con un lenguaje que juzgué objetivo, neutro y denotativo, al tiempo que pelín desaprensivo, chulo y pendenciero: «FUTUROS PROFESORES DE LENGUA PODRÁN COMETER HASTA NUEVE FALTAS DE ORTOGRAFÍA EN LAS OPOSICIONES»

Tempus fugit, porque en las mías, oposiciones digo, allá en el principio de los tiempos, considerar la probabilidad, y aun por despiste, que no ignorancia, de un solo yerro (homonimia fonética de «hierro», ojo, no su alternancia gráfica), estremecía.

Subtítulo y entradilla mantenían el mismo tono y aun se recreaban perversa y gozosomente en la cosa profesoral: «Los aspirantes a ser profesores de Lengua y Literatura podrán tener hasta nueve faltas de ortografía sin que ello invalide su examen de oposiciones y, solo si pasan ese límite, obtendrán un cero en la prueba». Incapaz de entender por qué lanzaban bulos inoportunos un día cualquiera, sin esperar el de los Santos Inocentes Palestinos, víctimas del genocidio de Natanyahu -que ya veremos en qué fecha lo fijan por no molestar a Herodes-, tras leer trabajosamente el cuerpo de la noticia un par de veces sin lograr hacerme con ella, juzqué que le había abierto la puerta a Herr Alzheimer sin querer y que era mejor no resistirse. Lo dejo aquí por si hay vecinos a los que consta que el teutonazo de marras ha llamado a su puerta también para que no se resistan: ¡es Aloysius Alois Alzheimer en persona, punto pelota!

https://cordopolis.eldiario.es/cordoba-hoy/sociedad/futuros-profesores-lengua-podran-cometer-nueve-faltas-ortografia-oposiciones_1_10300472.html

Sin embargo, mi nieta Marlén, 14 años, bilingüe perfecta, dos nacionalidades y 3º de la ESO, me espetó después: –Oye, Luisa: ¿por qué si le preguntamos a ‘la de Lengua’ cómo se escribe una palabra, responde siempre «¡VAMOS A MIRARLO EN INTERNET, VINGA!» y abre el portátil? Yo pensaba que los de Lengua os sabíais la ortografía de pe a pa–. Derrotada, le pregunté con un hilo de voz: ¿qué palabra, por ejemplo, princesa? Como me regaló sobre media docena de esas de tiernos parvulitos, Herr Alzheimer salió de casa de un patadón en el trasero, y además mentalmente le deseé a la profesora esa, al colectivo incluso, así de medias como universitario, y a todos y cada uno de sus ascendientes lo que no debo escribir aquí, no sea que me suspenda el Señor la entrada en el paraíso. –¿Qué bisbiseas, abuela?–. Nada de interés, querida mía, repasaba por encima los días en que puedo acercarme a tu instituto a intercambiar criterios pedagógicos con tu seño de Lengua…

Me miró desconfiada. La pobre está convencida de que no los tengo, digo criterios pedagógicos, y además como cada día es menos alemana y más española, justo, al parecer, lo que pretendía su padre al traerla a vivir y a estudiar aquí, a saber si no andará la mona esta al cabo de la calle de que no es el dichoso Alzheimer quien me está matando…

Pero, en fin, aprovechando que un aperitivo lingüístico es el que me hace salivar sobre el resto de aperitivos, razón por la que cualquier día mis lectores más jóvenes morirán de una enchenta, someto ahora a consulta, pero esta vez en exclusiva a lectores adultos, gallegos y aficionados a estos juegos, la expresión «IRSE YENDO» (me voy a ir yendo, nos vamos yendo), tan frecuente en el castellano de Galicia y con la que me he tropezado de nuevo y por teléfono no hace ni media hora; en concreto, si tiene para ellos el mismo, complejo y difícil, sobre todo de explicar, significado que tiene para esta mujer la familiar y dichosa perífrasis aspectual verbal (a ver si va a ser una mezcla de la verbal y la modal la muy puñetera, cony). Me explico.

Mi infancia fue gallega, pero también lo fueron unos cuantos años de adulta e innumerables veranos. Y en algún momento puntual de aquella infancia, de visita los niños acompañados de mi madre en casa de los abuelos o de los tíos, mamá decía: «VAMOS A TENER QUE IR YÉNDONOS, NIÑOS», que alternaba con un más urgente: «VÁMONOS YENDO, MEUS FILLIÑOS». Desde que pronunciaba cualquiera de esas frases con las que exteriorizaba la prisa, hasta que realmente nos íbamos podía pasar una hora, hora y media o un par larguito de ellas. ¿Algún aficionado al estudio de la lengua, profesor, de preferencia de los sin faltas de ortografía, poeta o experto en casi todo capaz de analizar y poner al alcance de mis entendederas el significado de esta perífrasis? ¡Aaah, no, no me vale un «tu madre era una tranquila» porque no es cierto!  Así, en las lluviosas y dulces mañanas del invierno coruñés, era capaz de hacer una empanada de xoubas o de zamburiñas solo para dejarnos una ración, aún caliente, cuando pasaba por delante de los barrotes de madera del patio del colegio, allá sobre las once del recreo, caminito del mercado. Y más que podría contar… Es decir, definitivamente, no y no.

PISTA. Me consta que el gallego, quizá asimismo el portugués, realiza construcciones idénticas o similares: «IRSE INDO», «TER QUE IRSE INDO». ¿Podría tratarse, pues, de influencia gallego-portuguesa en el castellano que se habla en Galicia? No vayáis a preguntarle a Alberto Núñez Feijóo, porque os lo explica ipso facto y os lo firma y rubrica. Y no, yo busco sabiduría de verdad, no la de esos eximios varones que conducen el imperio un poco a lo Menéndez Pelayo. ¡Puaj!

Podemos, Sumar, el PSOE y otros crímenes de lesa izquierda

Este es el artículo que, esperanzada pero totalmente a ciegas, andaba buscando esta mujer, sin éxito alguno, durante la temporada pasada. ¡Y mire usted que hube de tragarme bodrios en el inconsciente intento! Pero he aquí que, en los estertores de uno de estos simpatiquísimos puentes en los que la ciudadanía española juega a encontrar al que perdió la silla al irse de Sevilla -que parece ser como rezaba el dicho inicialmente en lugar del más popular del quien fue a Sevilla perdió la silla-, ¡oh, culos inquietos de cerebros vacíos!, me doy de bruces con él, es decir, con otro impagable artículo de Miguel Mora Díaz, director  de CTXT (Madrid, 1964).

Todo estaba atado y bien atado hasta que llegó el 15M y luego el “sí se puede”. Los morados han sufrido durante 9 años los ataques más innobles del bipartidismo corrupto. Ahora, toca dejar de llorar y volver a empezar

Miguel Mora 22/11/2023

«Pablo Iglesias se equivocó muchas veces. Él mismo lo reconoce, así que casi sobra decirlo. ¿Pero quién podía imaginar que Yolanda Díaz, la persona a la que hizo vicepresidenta del Gobierno y a la que nombró a dedo para liderar Unidas Podemos, iba a terminar cavando la tumba de Podemos? Díaz nunca quiso ser coordinadora de nada, y de hecho nunca ejerció como tal, salvo cuando impuso a una candidata anónima en Andalucía. Dejó pudrirse su relación con Iglesias, con Ione Belarra, con Irene Montero y se fue acercando cada vez más a Pedro Sánchez y a Mónica García. Biquiño a biquiño, decidieron destruir al partido que había conseguido armar la moción de censura y luego el Gobierno de coalición. Aunque eso supusiera incluso arriesgarse a perder el poder ante las derechas extremas.

Aprovechando la infame campaña de La Sexta y de Ok Diario contra la ley del solo sí es sí, basada en sentencias no firmes y en contadores de agresores sexuales supuestamente beneficiados por la ley Montero, Sánchez dejó sola a la ministra de Igualdad votando con el PP, y Díaz negó su apoyo a Unidas Podemos antes de la fiesta inaugural de Sumar para no presentarse luego a las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo del 23. Podemos no acudió al Magariños, y la derrota de las izquierdas rotas facilitó las coaliciones del PP y Vox y obligó a los morados a hacer un ERE para no quebrar. Cautivo y desarmado, Podemos aceptó la oferta sadomaso de Díaz para las generales, incluido el veto a Montero, sabiendo que romper equivaldría a entregar el gobierno estatal a la extrema derecha. Logró cinco diputados, que apoyaron la investidura de Sánchez para quedarse después sin un solo ministro en el nuevo gabinete.

La izquierda cuqui, la que se lleva bien con Amancio Ortega, Florentino Pérez y Juan Roig, la que cobra el bono térmico para familias vulnerables, la que teoriza sobre las encíclicas del papa Francisco, es ahora la muleta amable que sostiene el Gobierno PSOE-Sumar, valga la redundancia –como dice El Mundo Today–. Y mientras tanto, asoma en el horizonte la pinza de Podemos con Bildu y Esquerra, que sumaría 19 escaños y que se perfila ya como la “oposición de izquierdas” que apretará desde fuera al Gobierno de los amigos incómodos de Pedro.

El regreso de Podemos a los márgenes de la política institucional es en realidad una buena noticia –los sapos son ya y prometen ser esta vez tamaño XL– y una vuelta al punto de partida, a las europeas de 2014, fecha en la que el sistema setentayochista lanzó la doble cacería contra los enemigos de España y de la monarquía: los nacionalistas catalanes y El Coletas y sus descamisados. Han sido nueve años y miles de portadas llenas de bulos policiales, mentiras a sabiendas y falsas acusaciones judiciales. Se llama lawfare, sí. Y hoy sabemos que las cloacas han triunfado gracias a una heterogénea agrupación de malhechores. Villarejo, Inda, Ferreras, Dolores Delgado, Aznar, Felipe y sus medios al dictado prepararon el terreno para desacreditar a Podemos. Y, por duro que suene, Sánchez y Díaz se han encargado de intentar darles el golpe de gracia.

Recordemos que en esa guerra sucia el PP nunca estuvo solo. Los medios afines al PSOE no denunciaron las falsedades aventadas por los tabloides y chiringuitos de las cloacas, que luego amplificaban los platós “del Estado profundo” (RTVE, Mediaset, Grupo Planeta). El pánico del bipartidismo, autolesionado por el austericidio, y del IBEX al 15M y a Podemos era colectivo y contagioso. No había costumbre. Y la prensa progresista, siempre bien engrasada por la gran empresa y movida por su ciego amor a la monarquía inviolable, jugó un papel fundamental al dar barniz de credibilidad y carta de naturaleza a los infundios fabricados por los sicarios de Villarejo y Fernández-Díaz. Que yo recuerde, solo Ana Pardo de Vera tuvo las agallas de largarse de un plató ante las infamias que soltaba cada noche Inda, el gran bufón de Florentino Pérez y Ferreras. 

Sí, tal vez algunos fueron más cuidadosos al difundir las patrañas, pero muy pocos osaron denunciar en serio aquel interminable escándalo democrático, y muchos menos tuvieron la decencia de renunciar a cobrar los sueldos/mordaza de La Sexta.

Las cloacas han vencido, porque todos los delincuentes siguen en sus puestos, pero ha sido una victoria pírrica. Irónicamente, las urnas han obligado al PSOE a ir más lejos de lo que Sánchez nunca quiso ir en Catalunya, y ahí está Puigdemont a prisión reconvertido en salvador de la investidura más plural y contestada de la historia y en bastión contra las extremas derechas neofranquistas y trumpianas.

Podemos, por su parte, ha salido muy herido de la desigual pelea, pero es obvio que aún no está difunto porque todo el arco de sus enemigos, desde Jiménez Losantos hasta Nacho Escolar, sigue intentando rematarlos cada día. A los morados les toca empezar casi de cero, y solo cabe desearles suerte en ese reseteo y confiar en que dejen atrás cuanto antes el trauma generado por un acoso tan brutal y masivo como el que han sufrido.

Pese a que el nuevo Gobierno se autodenomina progresista, el país necesita una izquierda rupturista que hable claro a esa ciudadanía diversa, maltratada por los medios tóxicos de Madrid, y que votó a Sánchez o a Díaz con la nariz tapada y la camiseta con el No pasarán. La izquierda suele ser un modelo de eficacia cuando se trata de suicidarse y de romperse, pero a veces puede renacer con más fuerza si deja atrás sus tics, sus mochilas paralizantes, sus jerarquías sin relevo claro y las agendas condicionadas por la endogamia. Desde que dejó la política, Pablo Iglesias no ha conseguido evitar la sensación de que tutelaba en exceso a Belarra y negaba su autonomía a Díaz. Su potencia de fuego sigue siendo grande, y ahora es casi imposible separar al comentarista sin pelos en la lengua del líder alfa que se resiste a ceder el bastón de mando. Tiene mala solución, pero Belarra, pese a la imparable decadencia en votos, ha demostrado ser una secretaria general valiente, decente y muy capaz de caminar sola.

El futuro para Podemos y otras debilitadas izquierdas europeas parece claro: avanzar junto al tejido social feminista, LGTBIQ, pacifista y municipalista; dar espacio y voz a los territorios y los jóvenes que se ven sin representación –en buena parte por dejación de funciones de quienes prometieron representarlos–, y coser vínculos con otras fuerzas regionales y europeas para movilizar a la ciudadanía contra la extrema derecha neoliberal y contra este bárbaro desorden mundial que tolera que Israel cometa un genocidio en Gaza sin que Europa mueva un dedo. 

Yolanda Díaz tiene razón en una cosa, aunque haya olvidado aplicársela a sí misma: la gente no quiere politiqueos. Por eso, Sumar debería impulsar políticas públicas realmente progresistas y ponerse a hacer algo de ruido si quiere empezar a parecerse a una fuerza transformadora y dejar de parecer un grupete de amigotes guais echando un tardeo. Y Podemos e Iglesias deberían asumir sus errores, autogoles y limitaciones, y ser conscientes de que su papel histórico les exige abrirse a la militancia, ponerse a pensar el mundo en serio y volver a hacer política y a proponer ideas para mejorarlo. Cinco diputados son pocos, sí. Pero ante un Gobierno sin brújulas morales y ante una Europa sin líderes ni alma, las izquierdas tienen que empezar a exigir cambios importantes y dejar de dar la turra con sus lloros y sus cuitas. Lo que pasó, pasó. Y a la política se viene llorado.

En todo caso, Podemos está lejos de ser “el cadáver intelectual y político” que tanto ansían velar los infatigables justicieros de la prensa sistémica. Ione Belarra estará en el Congreso; Irene Montero, fuera. Ya quisieran muchos contar con un ticket parecido»

https://www.ctxt.es/es/20231101/Firmas/44783/Miguel-Mora-Podemos-Sumar-PSOE-izquierdas-Irene-Montero-Ione-Belarra-oposicion-progresista.htm

«No todo está perdido (a condición de que Podemos entregue las armas)»

(A modo de réplica al artículo de Sánchez-Cuenca en ‘El País’) 30/05/2023

De las personas, lo que me enamora de verdad es la lucidez, la coherencia, la decencia y el valor, atributos que gozosamente se encuentran todos ellos en este artículo de Miguel Mora -director de Contexto-, rara avis en este mediocre país que apesta a sacristía (metáfora y no) incluso entre los que se dicen ateos.

P.S. Creo que la ferrolana acaba de patentar Sumar. Lástima tener que entrar en esa suma de traiciones tan parecidas a las del PSOE. Para ese viaje no hacían falta tantas alforjas…


«De todos los análisis que he leído estos días, seguramente uno de los más inteligentes y optimistas es el que publicó Ignacio Sánchez-Cuenca el 29 de mayo en El País, ‘No todo está perdido para la izquierda’. Sostiene el catedrático de Políticas de la Carlos III que “si el PSOE resiste y Sumar consigue integrar a las distintas fuerzas en un proyecto que despierte ilusión y movilice apoyos perdidos en ese espacio ideológico, cualquier cosa puede suceder” el 23 de julio. 

Estando de acuerdo en su análisis sobre los tiempos políticos (perdidos) y la frustración que supuso que PSOE y Podemos tardaran cuatro años (2015-2019) en ser capaces de pactar una coalición de gobierno, siento disentir de mi querido amigo Pacho, que es además cofundador y consejero editorial de CTXT, en esa conclusión tan halagüeña. Aunque no me gusta nada ser cenizo ni profeta, creo firmemente que, llegados a este punto, está prácticamente todo perdido. El cambio de ciclo político es evidente y la llegada de la derecha trumpista a La Moncloa es imparable, y no solo por el viento de cola de la ola reaccionaria que recorre Europa y el mundo. 

Me temo que los errores cometidos por el PSOE y por todas las fuerzas a su izquierda, sin excepción, en los meses previos a la debacle vivida el 28 de mayo en las elecciones municipales y autonómicas, constituyen un lastre demasiado pesado como para movilizar masivamente a los votantes de izquierda que harían falta para impedir la victoria del PP y de la extrema derecha el 23 de julio. 

Uno de los renuncios más importantes, me parece, lo cometieron a medias Pedro Sánchez (por acción) y Yolanda Díaz (por omisión), cuando dejaron solas a Irene Montero e Ione Belarra en la defensa de la Ley del solo sí es sí, mientras el PSOE se preparaba para votar junto al PP la contrarreforma de la norma. Aquello envió a los electores la señal de que la división en el Gobierno progresista era tan aguda que escondía en realidad dos crisis distintas: la complicidad entre el PSOE y Sumar (visible más tarde en el papel otorgado por Sánchez a Díaz en la pantomima de Tamames) para debilitar a Podemos, dejaba traslucir una fractura entre PSOE y Podemos, por un lado, y entre Sumar y Podemos, por el otro.

Esa concesión de Sánchez al marco punitivista de la extrema derecha –promovido desde medios corruptos como Ok Diario, Telecinco y La Sexta– decepcionó y desmovilizó a muchos electores de izquierdas, y especialmente a las feministas, y trasladó a los votantes progresistas la impresión de estar ante un gobierno ilegítimo y Frankenstein, etiqueta que, como señala Sánchez-Cuenca, la derecha utilizó desde el momento cero de la legislatura. 

Pacho certifica, no sin malicia, esa visión de un gobierno dividido en tres al atribuir a “los ministros del PSOE y de Sumar” las leyes más importantes aprobadas por el Gobierno progresista en estos años. La mención a Sumar no es un lapsus, aunque sea algo capciosa, porque Pacho sabe que Sumar lleva apenas nueve meses constituida en plataforma / asociación –que no en partido político–, y las mejoras que cita (reforma de las pensiones, del mercado de trabajo, reforzamiento del Estado de bienestar, ley de eutanasia) forman parte del acuerdo de coalición PSOE-UP y se aprobaron antes del nacimiento del artefacto creado por la vicepresidenta segunda, que a día de hoy no ha dejado de ser (aunque fuera por designación de Pablo Iglesias) coordinadora del espacio y del grupo parlamentario Unidas Podemos.  

El artículo sostiene luego que, mientras Sánchez y Díaz arreglaban el país, Unidas Podemos se dedicaba a afilar “su perfil más ideológico, por un lado, centrándose en una parcela pequeña de las políticas públicas (todo lo relativo a la desigualdad de género y nuevos derechos civiles) y, por otro, metiéndose en batallas imposibles que no conectan con la ciudadanía (denuncia obsesiva de los medios y las empresas, frente antifascista, etc.): unos días parece partido de gobierno y otros de oposición”.

Dejando aparte que la lucha contra la desigualdad de género es una política pública crucial y una pelea básica para cualquier gobierno y electorado progresista, me gustaría centrarme en “las batallas imposibles que no conectan con la ciudadanía” porque una de ellas es una recurrente discusión del consejo editorial de CTXT. La revista viene denunciando desde su primer número (15/1/15) que el oligopolio de la propiedad de los medios y la corrupción periodística son dos de los problemas más graves que afrontan las democracias poscapitalistas, y en particular la española. A esta batalla que, por cierto, empezó liderando (si bien brevemente) Pedro Sánchez cuando fue destituido como secretario general del PSOE, se sumó Pablo Iglesias cuando se retiró de la política institucional, y en efecto se ha convertido en una de las principales señas de identidad del último Podemos.

Sánchez-Cuenca seguramente tiene razón en que es una batalla incómoda, ineficaz e impopular (ya lo es de hecho para buena parte del consejo editorial y la Redacción de la revista). Pero creo que, lejos de ser una rémora para la izquierda, es una denuncia cada vez más necesaria. Quienes enfangan el periodismo y la libertad de prensa convirtiendo el espacio público en un vertedero de bulos, mentiras y falsedades a sabiendas tienen la mayor responsabilidad en la ultraderechización de las sociedades, y España es una indiscutible potencia mundial en cloacas mediáticas.

El reparto de millones de euros de publicidad institucional desde las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos (que CTXT y otros cuatro medios acaban de denunciar públicamente) es uno de los principales motores que mueven los engranajes de la prensa nacional. Ese riego de dinero del contribuyente es vital para muchos medios en tiempos de descrédito del periodismo y lucha encarnizada por las suscripciones, y creo que es uno de los factores, si no el primero, que ha contribuido al fulminante adelanto electoral decidido por el presidente del Gobierno. Llegar a unas elecciones generales sabiendo que los medios ultras de Madrid, Aragón, Valencia, Andalucía, Murcia, Extremadura y Canarias iban a pasar seis meses cociendo a fuego lento al Ejecutivo era demasiado incluso para Sánchez. 

Lo que más me extraña de todo es que Sánchez-Cuenca minimice a estas alturas la importancia de los medios en la configuración de la agenda y del voto. La expansión y blanqueamiento de las ideas de extrema derecha; la legitimación del “que te vote Txapote”; los asesinatos de carácter contra los líderes de Podemos y de los partidos periféricos; los masajes continuos a personajes tan nefastos para el bien común como Ayuso, Almeida o Abascal; la imposición del relato que interesa en cada momento a poderosos como Florentino Pérez; la conversión del problema político de Catalunya en un asunto judicial; el encubrimiento de los desmanes del rey Emérito; el sesgo trumpista de la agenda política; la normalización de los pactos entre PP y Vox y la diabolización de los votos conjuntos del Gobierno bolivariano y Bildu… Todo este clima letal de mentiras, insultos, persecuciones y silencios se ha fabricado en y desde los medios de comunicación y las tertulias ultras durante los últimos años; y si denunciar ese estado de cosas es un error y una batalla perdida, entonces la democracia estará perdida también.

Pese a este panorama, Sánchez-Cuenca tira de optimismo antropológico y escribe convencido que la victoria de la izquierda en las generales no es imposible. Aunque añade esta cautela: “Ya ni siquiera es suficiente que la sopa de siglas vaya unida en la plataforma de Sumar. Es preciso, además, que remen en la misma dirección, es decir, que lleguen a un diagnóstico compartido de qué tipo de políticas públicas y qué manera de dirigirse a la ciudadanía encuentra en este momento mayor receptividad. Para ello, Unidas Podemos debe entender que su declive no es consecuencia solamente de la maldad congénita de los grupos mediáticos y empresariales, sino de haber perdido la capacidad de influir en el debate público y de ofrecer un programa político reconocible y mínimamente realista”.

El párrafo tiene una parte indudable de razón y otra de dinamita. Porque, casualmente o no, el calendario “ganemos o perdamos pero que sea pronto” diseñado por Sánchez obliga a que esta síntesis de autocrítica, pragmatismo y contrición que Podemos debería realizar (Sumar al parecer no tiene más tarea que esperar sentada la rendición y el arrepentimiento del partido en declive), la deba realizar en solitario y en apenas nueve días. 

Si echamos la vista atrás, podemos recordar que Sumar y Podemos negociaron sin éxito entre febrero y mayo un acuerdo para las municipales. Que Podemos pedía someter las listas a primarias abiertas y que Sumar se negó, lo que convirtió el ilusionante acto del Magariños en una catástrofe comunicativa. Añadamos que Más Madrid rechazó aliarse con Podemos en Madrid. Que Compromís se negó a aliarse con Podemos en Valencia. Que Podemos se apartó de la confluencia en Cádiz. Que la entrevista a Yolanda Díaz en lo de Évole se centró únicamente en las maldades del jarrón chino PIT. Todas estas decisiones, me parece, han contribuido al desastre colectivo del 28 de mayo. Podemos ha desaparecido casi del todo del mapa autonómico y municipal. Yolanda Díaz ha hecho campaña por candidaturas unidas y desunidas y todas ellas han perdido, incluida Ada Colau. Más Madrid, la niña bonita de La Sexta, ha sido segunda y tercera en Madrid pero Ayuso y Almeida tienen mayoría absoluta (porque a Podemos le faltaron mil votos para entrar en el Ayuntamiento). Compromís ha perdido todo el poder… 

Todo esto no ha pasado solamente por la maldad intrínseca de los medios, seguro que no, aunque quizá los medios hayan ayudado un poco a que Iglesias, Montero, Belarra y Echenique encabecen la lista de los políticos más odiados, junto a Sánchez y Otegi. Ya sabemos que decir las verdades en este país tiene mucho más coste que soltar bulos o gilipolleces, como hace Feijóo. Coincido con Sánchez-Cuenca: no es ya tiempo de rencores ni de ponerse melindres. Pero creo que es de justicia señalar que el fuego amigo y la batalla cultural que dan los medios han ayudado muchísimo a acelerar o acentuar el declive de la izquierda radical. Y confío en que no fuera una estrategia premeditada, porque el daño causado ha sido enorme, también para los supuestos beneficiarios. 

En fin, el momento “paz sin territorios” ha llegado. Ahora sí, toca remar juntas. Seis años después de Vistalegre II, los electores siguen clamando “unidad”. Pero todavía hay partido, dice Pacho Sánchez-Cuenca, a condición de que Podemos entregue las armas. No me cabe duda de que Podemos pondrá si hace falta el dinero y la sede, pero espero que no entregue las armas. Porque, aunque sea una batalla inútil, o la gente se aburra, la izquierda debería seguir explicando las mentiras y las trampas de los medios corruptos y de las élites que los financian. Si no lo hace, y acepta bulo y pulpo como animal de compañía, se parecerá tanto al PSOE que ahí sí estará todo perdido. Y diría que para bastante tiempo». 

Violencia vicaria a la madre lengua por maltrato a sus dos creaturas don Género y doña Concordancia

Ahora que, por fin, «nosotros» somos «nosotras» y «vosotros» sois «vosotras», que podría decirse por resumir con sencillez el estado de la cuestión, voy a invitaros a que no os dejéis deslizar tan alegremente por la nevada ladera de tan imponente montaña y sin más noticia al respecto que la de que consta que esquiar a tumba abierta nos tiraba con fuerza cuando éramos espectadores medio dormidos de semejante proeza realizada en la pantalla del televisor o en la de la sala de cine, allá, en la dulce penumbra ignara de la juventud.

Por empezar de sopetón -urge-, por lo aprendido por todo individuo debidamente escolarizado, sabemos que, al menos en castellano, el género gramatical femenino que se utiliza para referirnos a la mujer -que no es el único caso, pero sí el que nos interesa- es el género marcado, como el masculino no lo es porque abarca no solo varones, sino también mujeres. Es decir, que si digo que los alumnos se han portado miserablemente mal, se entiende que toda la clase, chicos y chicas, le han hecho la pascua al (impotente) maestro, mientras que si digo que las chicas se han portado increíblemente bien, los chicos deberían avergonzarse y recibir una ejemplarizante regañina del propio maestro, del tutor o del jefe de estudios. Porque supongo que el director, especialmente en Yanquilandia, se reserva para cuando alguno de entre los más traviesos -y quizá este adjetivo aquí, como excepción, no implique chica alguna, dado que consta que nosotras solemos amar poquito el fútbol o exterminar al prójimo con semejante alegría- saca un arma de la mochila, dispara, caen cinco o seis de sus compañeros y, obviamente, el maestro. Por impotente o por cabrón, que de todo hay en la viña del Señor.

Ahora bien, escolarizados o no, también sabemos, pongamos, que Unidas Podemos incluye una montaña de varones. Y encima, cony, con el agravante de sin permiso de la RAE. ¿A dónde vamos a parar, y esto sin considerar lo del calentamiento global? Como buena parte de mi vida me la pasé entre lingüistas, gramáticas y gramáticos, muchachada, clases, apuntes, mamotretos polvorientos más que libros de los que yacían olvidados en las bibliotecas y fueron rescatados por servidora, más la RAE cantando lo de que sí, que no, que caiga un chaparrón, este ruido me está no sé si matando, pero enfermando ni cuento, porque voy de susto en susto o de disgusto en disgusto si amáis el ripio.

El primero, susto, digo, y lo recuerdo como si hubiera sido ayer casi palabra por palabra, aunque quizá hayan pasado cuatro o cinco años larguitos, lo produjo la imagen de un par de entrañables activistas, chico y chica, en la pantalla del televisor de una casa amiga. Como las mujeres somos tan parlanchinas, fue ella la primera en tomar la palabra. Dijo algo como «ambas sabemos que el activismo implica la defensa de los derechos humanos, no solo allá donde se encuentren violados…», y él remató, mirando con complicidad a la compañera de trinchera, que lo animó con una cálida sonrisa «… o simplemente amenazados». Tras esta declaración de principios, ella se adueñó definitivamente del discurso, solo compartido con el colega a base de ocasionales miradas cruzadas, esperando no sé si su bendición o expresando el deseo de que no interviniera ni para darle su aprobación de viva voz, mientras esta mujer que creo ser intuía aterrada que, sin duda, la ardiente guerrillera no había considerado que tenía por delante una montaña de adjetivos de dos terminaciones -no siempre iban a caerle en suerte, pongamos, irresponsable, detestable, frágil, neoliberal o comunista-, de participios funcionando como adjetivos idem idem, de oraciones copulativas con su atributo y su canesú, de pasivas con más de lo mismo, es decir, sus participios… yo qué sé. Encendí nerviosa un cigarrillo de impaciencia y mordisqueé nerviosa su boquilla esperando lo previsible, porque qué duda podría caber de que, ya que repetía con tanta insistencia el «ambas» inicial o el «nosotras» a destajo que llegó poco después, muchos de estos pronombres iban a quedarle pegaditos o excesivamente cerca de adjetivos y participios. Mare de Déu!

¿Y qué pasó, mujer, di? Pues felizmente, al final, nada. Como el valentón de don Miguel de Cervantes, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada. ¿Nada, nada? Absolutamente nada, palabrita del niño Jesús, excepto que apagamos la tele.

La apasionada disertación, copiosa en palabras y sintagmas que amo por encima de todas las cosas, tales como empático, conciliar, resiliencia, precariedad, inclusivo, estar a la escucha, vivir en positivo, trabajadora precarizada, capacidades y potencialidades, derecho a la felicidad, etc., etc., discurrió por los cauces habituales. ¡Ah, bueno, claro, sí, con la natural, continua, lógica e inevitable discordancia gramatical entre el dichoso «nosotras» y lo que tuviera a bien pasar por aquella cabecita adorable, pertinaz y peleona! Con construcciones similares a estas a modo de ejemplo: nosotras creemos, contra lo que piensan los grandes y poderosos empresarios españoles, que hay que estar dispuestos a… Nosotras, tras generaciones de lucha y de sufrir tanta y tanta injusticia, hemos sido sacrificados en demasiadas ocasiones como para que ahora..  Y si nos atacan con tanta ferocidad a todas nosotras especialmente ahora es porque nos temen, pero aunque les parezcamos ingenuos hace tiempo que hemos dejado de serlo y lo estamos demostrando…

Esto ocurre -objetaba mentalmente esta abuela- porque, por muy organismo vivo que sea una lengua, ¿alguien cree que puede… no sé, actualizarla, reiniciarla -¡eso es, resetearla, sí, señor!- a capricho y de un día para otro? Pues no nos costó eones, sudor y lágrimas, sin ir más lejos, rematar con éxito la fragmentación lingüística de la Romania, que llaman, con este desenlace feliz de tanta hermosa lengua románica férreamente instalada en millones de cerebros humanos. A cambio, también es cierto, tal vez para compensar, nos regaló profusamente esforzados y curiosos ejemplos de todo lo contrario o asín. A saber, LAS miles de mujeres, alternando con LAS millares de personas; ESTE hambre de distribución de la riqueza no es de hoy, es ANTIGUO; TODO ESE área de trabajo nos compete… ¡Cielo santo, se me ha vuelto loco el corrector, no deja de marcarme en rojo como a una cualquiera! (perdón, lo sé, lo sé, pero como «una cualquiera» aún sigue en la RAE, aunque en ultimísima y despectiva acepción, cierto… ¡bah, se les habrá pasado por alto!).

Empieza a aburrirme el tema y no he dicho ni la mitad de lo que me gustaría. Estooo… a ver, ¿y si recurro al chatGPT y le pido que me redacte una breve síntesis del… no sé… sí, así es, del estado de la cuestión? Esto por una parte, y por la otra, poniendo servidora cuidado extremo en la descripción del objetivo a alcanzar y eligiendo con mimo cada palabra para no confundirlo, que me facilite una especie de solución del conflicto, pero compatibilizando las justas exigencias lingüísticas de los feministas, ¡qué menos!, con la inexcusable concordancia gramatical que exige la lengua. Lo que sea pero que satisfaga de una vez a tirios y troyanos, sin producir unha desfeita en esta lengua nuestra de cada día. ¿Será capaz? Se me quejará, diciéndome que no lo han programado para algo así, que apenas si vive de los despojos de lo que le vamos echando todos cuantos frecuentamos Internet. Pero, entonces, ¿no habrán contado acaso con profesionales informáticos educados en el feminismo capaces de terminar de redondear una inteligencia de tamaña envergadura para que nos resuelva lo que para ella deberían ser pequeñeces, esta en concreto, indispensable en pleno siglo XXI, mínimamente la de respetar… no, no, he querido decir superar, superar el problemón de la molesta discordancia?

Y hasta puede que no, fíjense, que no hayan tenido las agallas que tiene cualquier muchacha anónima y común para defender trincheras infinitamente más expuestas y peligrosas. Pero, a ver, me pregunto: hipotética y sinceramente, ¿qué harías tú caso de que, en lugar de haber frecuentado tanta gramática y academias de la lengua, te hubieras preparado a fondo para enfrentar asuntitos de la complejidad de este, eh? Ni idea, ¿verdad? Pues, en fin, habrá que recurrir a esta discutida y temible materialización de la IA. ¿Crees en ella? A medias, la verdad. Entonces ponla a prueba, mujer, escribe la pregunta, sé muy precisa y adviértela del conflicto que debe enfrentar; en otro caso, ya sabes, mucho perdón por su parte y vuelta a empezar docenas y docenas de diálogos para besugos. Y nos darían las tantas.

Porque he de confesar que no iba a ser mi primera vez en recabarle síntesis, datos, ideas, sugerencias al empollón de la clase. Ya contaba con varias y breves experiencias ocasionales y me había hecho una idea, probablemente falsa, de lo poco que iba a dar de sí. Aún recuerdo el primer intento, fallido, de acercamiento reverencial a mi entendimiento con ella. Fue a raíz de la lectura de un comentario en Facebook de un eximio gallego. Decía:

–Abraiado polo funcionamento do ChatGPT. Adxunto a primeira conversa.

Y sí, adjuntaba un insistente e interminable diálogo con aquella materialización de la IA, a la que había sometido a un cruel tercer grado con resultados desalentadores, no exentos, todo hay que decirlo, de una cortesía exquisita por parte del artefacto (¿le molestará lo de artefacto?). Algunos ejemplos de su impecable urbanidad:

— Siento mucho haber cometido un error en mi respuesta anterior.

— Lamento mucho el error en mi respuesta anterior.

— Siento las confusiones causadas en las respuestas anteriores, me disculpo.

— De nuevo, pido disculpas por cualquier error o confusión causada en mis respuestas anteriores.

Fue por entonces cuando me apresuré a hacer lo mismo con resultados igualmente exasperantes. Lo más probable, pensaba, es que no sepamos tratar con ella, aunque eso sí, redactaba como Dios. Ya quisieran nuestros periodistas, mis antiguos compañeros de enseñanza, los novelistas de renombre más premiados y publicitados alcanzar aquella casi total perfección. Mi pesimismo regresó a la página del investigador y en ese lenguaje que entre gallegos suma a la lengua su rumor, algo que ocurre con toda lengua materna, naturalmente, y se le escapa a quien experimenta con cualquiera otra, escribió:

— Aprendeulle a falar o papagaio dunha chea de xente coma ti ou coma min, que queres? Coñecín ao fin o chatGPT, e falar con él é falar cun cativo ou cun papón que enguliu calquera cousa, é dicir, todo aquilo que imos deixando uns e outros no mundo virtual. Iso sí, descúlpase máis veces ca o apaiolado do meu neto teutón.

En fin, me disperso, lo sé, iré al asunto, al the end, tras horas y horas de rechazar textos y textos que, en realidad, yacen en los anaqueles más bajos de mis estanterías, de Gredos casi todos, prestos para llevar a encuadernar porque, al margen de haberme enseñado más de la mitad de lo que sé sobre el asunto, es de suponer que cuando los adquirí, hará, así, a ojo, la friolera de medio siglo larguito, se vendían tan económicos como se fabricarían con el material más barato del mercado de objetos prescindibles. Citando de memoria, gente como André Martinet, Bousoño, Lapesa, Lázaro Carreter, Gili Gaya, M. Pidal, Charles E. Kany, Wolfgang Kayser, Dámaso Alonso, Alarcos Llorach, Lapesa, Tomás Navarro Tomás, Henry Allan Gleason… qué sé yo. Me los vomitaba tal cual, o remozados, discutidos, mal interpretados, ¿superados?, y sumando algunos otros de los que fueron distrayendo mis últimas décadas, pero, de lo que buscaba, absolutamente nada. Ya verás cómo aquel «No te veo, mujer», que tecleaste hace diez años o más, deberá permanecer sin tocarle una coma.

https://lenguacandeal.wordpress.com/2012/03/09/18/

Ya, ya. A las cinco en punto, como un milagro lorquiano pero de la mañana, se me apareció rutilante en la pantalla del portátil el milagro. ¡Era tan sencillo! Y mirad que me lo sabía, que un genio resuelve con increíble sencillez lo que juzgamos irresoluble.

Por resumirlo en pocas palabras: venía a ser la solución instalar en todo cerebro de habla castellana –reseteándolo, supongo, insisto- el género gramatical femenino como el no marcado, es decir, capaz de abarcar varones y mujeres, con su impecable concordancia, por supuesto, mientras que el masculino, género marcado ahora, debería reservarse para cuando resultara absolutamente imprescindible visibilizar al varón en exclusiva, y también y felizmente, con la exigible concordancia en su sitio.

Sonreí feliz y agradecida, y con ese dulce regusto en la boca cerré el computador y corrí a la cama sobre la que literalmente me desmayé agotada. Pero antes de dormirme, aún alcancé a oír en la radio de un vecino madrugador «La masa», de Silvio Rodríguez. Gracias, IA, por esforzarte y humanizarte solo para una profesora en su desvalida abuelez.

De urgencias varias. Y porque les urge y me urge.

Inmenso e imperdonable error del diario ¿progresista? Público este de poner en manos de un exparlamentario del Partido Podrido, y por más que lo haya abandonado a finales de 2007, «la defensa» de la ley del solo sí es sí.

Y error por varios motivos que dudo mucho que se le hayan escapado a Público. A saber:

1) creer que hay que dirigirse a los tontos como si fueran más tontos aun (verás cómo te conmueve este cuentito que te voy a contar, real o instrumental, de mi pobre amigo Luis, acto demagógico que, sin duda, elevará tu grado de tontería).

2) aprovechar para, dale que dale, insistir en que algo habrá que «apañar» en dicha ley para tranquilizar, por una parte, a estos mismos tontos, y por la otra, a cualquiera informado muy por encima, de la ideología que fuere, a quien lograron manipular cuantos están tergiversando dicha ley con todo medio a su alcance.

3) aprovechar asimismo que el Pisuerga pasa por Valladolid para ponerse fervorosamente del lado de Sumar, a costa de rebajarle las expectativas a Podemos a secas.

y 4) haber permitido que un tipo que carece de la lucidez, integridad y capacidad narrativa, redactora y aun lingüística imprescindibles se remangue para defender una ley que se defiende por sí sola.

Conste que podría seguir pero debo ir a misa.

P.S. Curiosidad que sin duda conocéis, pero que conviene recordar:

13 de enero de 2023

https://www.europapress.es/nacional/noticia-exdiputado-pp-jesus-lopez-medel-apoya-sumar-participa-grupo-sectorial-justicia-20230113140345.html

En boca cerrada, no entran moscas.

Demasiado tiempo callada, ¿no?, fue el cariñoso saludo de un ex alumno -no me da la gana de soldar ciertos prefijos a la base a la que afectan, RAE, destrozan el paisaje de la lengua escrita-. No lo entendí, me lo aclaró con un sonrisita de conejo, me expliqué como mejor convino, fuese al rato y no hubo ‘más nada’, querido pueblo canario, andaluz, caribeño o camarerita de mis amores. Pero, pensé: es tal cual, cabroncete. Y si se vive de continuo con la boca abierta por ir de asombro en asombro, congelada el habla, es imposible exhalar sonido articulado alguno y, por ende, enviar impulso a los deditos para que lo tecleen. Lo que se dice una papamoscas.

Esta mujer, ¿una arriscada papamoscas? No sé, pero hace días que me da por pensar obsesivamente que, si sigo con la boca abierta, corro el riesgo de que me entre en ella una sucia mosca, una mosca cojonera, gallega incluso, y a mí me dan un asco tremendo esos asquerosos animalejos capaces de producirnos docenas y docenas de males bien conocidos, razón más que suficiente para cerrarla de golpe, dejando fuera de juego al moscardón que se acerque con la perversa intención de contagiarme, contaminarme y enfermarme oralmente.

«Vostede, señor Núñez… coido que ven a ser unha simple clonación do ‘homúnculo’ de Rajoy»

(Beiras, en la sesión de investidura de Feijóo como Presidente de la Xunta, a finales de 2012)

Gallegos ambos. De familia acomodada y franquista el homúnculo mayor, empezó a preparar sus oposiciones al Cuerpo de Registradores de la Propiedad durante el último curso de Derecho, aprobándolas al año siguiente con veintitrés añitos de nada, Mariano el rápido, ¡ay! Sus hermanos, si bien recuerdo, fueron también capaces de proezas similares. Así que, tres registradores, tres, y un notario fueron la prole de Mariano Rajoy Sobredo, jurista y magistrado español en tiempos de mejor callar, presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra de 1969 a 1986. Es decir, que ya andaba por allí cuando, entre otros varios, el enorme susto nacional del caso Reace (1972), una de esas oportunidades de oro para mostrar al mundo quién es uno… Bueno, quién es uno y quiénes eran los guapos del aceite de Reace (1) (2)

De cuna más bien humilde, en cambio, al clon del homúnculo de Rajoy, Alberto Núñez Feijóo, dicen que se le conocía allá, en la parroquia de nacimiento e infancia, Os Peares, la única de Galicia dividida por tres ríos y por la vía del tren en cuatro municipios y dos provincias, Ourense y Lugo, como el hijo de Saturnino y la Sira. «Alberto, o noso presidente», proclama gloriosa una pancarta que atraviesa la vía a la entrada de la aldea. Detrás de la pancarta, en la primera casa que aparece, de piedra, nació Albertito un día de septiembre de 1961, y en ella vivió toda su infancia y parte de la adolescencia. Aunque no hay referencias de que fuera un chico especialmente dotado intelectualmente, parece que sabía hincar los codos, o que precisamente los hincó, quieras que no, cuando sus padres lo internaron en un colegio en León, no tengo claro si jesuitas o maristas, para estudiar el bachillerato o buena parte de él.

Saturnino era una especie de capataz que controlaba a un grupito de obreros de la construcción, y Sira, y en ocasiones el propio chico, lo mismo echaban una mano en la tienda de la abuela que en la panadería del abuelo. Debió de ser con grande sacrificio de la familia como se logró pagar el internado religioso del rapaz para que prosperara, ancestral aspiración esta, o aspiración por antonomasia de los gallegos, capaces de abandonar para ello madre, lengua, casa y tierra. De unirse a la Santa Compaña son capaces quienes, de ellos, carecen de los recursos necesarios para salir del hambre por su pie, que es tal como nos lo cuenta J. L. Cuerda en El bosque animado, película inspirada en el hermoso libro homónimo de Fernández Flórez: Malvís convence al alma en pena Fiz de Cotovelo de que se una sin dudar a la Santa Compaña, que va camino de la mar, para así cumplir su viejo sueño de irse a Cuba.

Con las reservas y la torpeza propias del extranjero recién aterrizado, tuvo que verse Albertito condenado a entender el mundo de los duros y exigentes acentos del castellano, quizá sin columbrar siquiera que aquel calvario no le había sobrevenido por puro azar, sino que había sido mil veces pensado, repensado y decidido por quienes bien sabían, o creían saber, que con los dulces del gallego de Os Peares no podría llegar el muchacho mucho más allá de la parroquia, como mucho de la Galicia aldeana. Las cosas como son. ¿O no, Feijóo, reservado, aburrido y gris funcionario repeinado, votante de Glez. hasta en un par de ocasiones, pero arrojado y obstinado sindicalista, si bien venía -¡ríanse ustedes de Podemos en los tiempos del alegre activismo!-, tardío militante del Partido Podrido y hoy tal vez terco soñador -con permiso- de que bien podrías llegar a presidir la feroz España irrompible?

En cuanto empezó a sentirse relativamente cómodo, terminada la licenciatura en la facultad de Derecho, caminito, de momento, de la carrera judicial que encandilaba sus hormonas, comenzaron los sueños de grandeza del infante: ¡ser juez, ser juez, oh, qué dicha tan grande! Pero el hombre propone y Dios dispone, porque Saturnino se fue al paro, ese paro que actualmente no le dice nada al hijo, ya tembloroso presidente in péctore de las Españas, amigo del Señor. Hubo, pues, que abandonar los sueños e hincar de nuevo los codos para intentar ingresar en Correos como interino.

Con todo, durante aquella etapa de rebelde con causa, nuestro hombretón ejerció de delegado sindical representando a la Agrupación de Funcionarios Interinos y Contratados Administrativos (AFICA) en un período en el que la mayoría de los empleados, incluso los de la Administración, padecían esa tenaz inseguridad, secular de este país, en sus puestos laborales. La actividad sindical fue tan intensa y obstinada, que el antaño prudente y gris Feijóo llegó a convocar, ¡chúpate esa, Coletas!, dos huelgas generales, dos, en la Administración Pública Gallega, una en contra de la Ley de la Función Pública y otra reclamando el horario de verano que, según él, les correspondía. Y, por fin, en 1991, Dios sabe cómo, logró entrar en el cuerpo superior de la Administración General como funcionario de carrera.

¿Llegó a ocupar su plaza? Las malas lenguas dicen que no porque, poco antes de aprobar la oposición, se cruzó en su camino, una manera de contar el cuento, quien habría de ser su mentor, el inquietante y obscuro nonagenario opusdeísta José Manuel Romay Beccaría, aunque parece que ya antes Feijóo se había ganado la confianza del homúnculo mayor. Y, aunque personalmente pienso que, sin embargo, Beccaría no habría dejado de observarlo con enorme detenimiento antes de considerado útil, es decir, utilizable -los obispos son expertos analistas del prójimo en el que deben depositar su fe y confianza-, la cuestión es que, solo con cierta aparente dilación, el Obispo corrió a hacerlo secretario general en el ministerio de Agricultura. Pero aun fue más allá nuestro protagonista, aún no héroe, porque, con apenas tres meses de experiencia, pasó a desempeñar el mismo cargo en el Ministerio de Salud, donde permaneció unos cinco años, cuatro de ellos y al tiempo, como secretario general del Sergas.

Ese salto asombroso sorprendió a conocidos, compañeros y amigos, aunque lo que se dice amigos, amigos de verdad, apenas hubo antes de empezar a confraternizar con Marcial de la Isla y otros simpatizantes de su causa, la de Marcial Dorado, digo, o la del PP y afines al PP. Al fin y al cabo, una y otra no distaban tanto tanto tanto… Ese acercamiento se produjo, según recuerdo haber leído, de la mano de precisamente el chófer de Beccaría, pero no me hagan mucho caso porque ni loca lo juraría.

Prosperó, pues, don Alberto, y con él, lógicamente, prosperó la familia, aunque al menos desde afuera se le notara en especial a Micaela, su hermana, que dirige la sección noroeste del Grupo Eulen, una empresa de servicios con más de 70.000 empleados en todo el mundo, empresa que, por cierto, desde que Feijóo fue presidente de la Xunta, recibió contratos de ella por valor de unos 40 millones de euros; y a su prima Eloína, que forma parte del equipo que dirige la Sanidad Pública Gallega como gerente del Área Sanitaria de Santiago. ¡Miña nai, que tes dous mares! Pero ya nos dijo don Alberto por aquel entonces que nos estuviéramos tranquilos, que esas cosas pasan y, aun pasando, era bendecir lo que fuera el Presidente, las planeadoras de la isla de Arousa, pongamos, y toda Galicia descansaba. Venía a ser… ¿cómo decirlo?, algo semejante a aquellas misteriosas palabras de Mariano Rajoy: «Todo lo que figura ahí [en los papeles de Bárcenas] no es cierto, salvo alguna cosa que es la que han publicado los medios». Y España, jueces incluidos, descansaba como en la paz de los cementerios.

Fallecido de muerte natural el sindicalista, fallecido también el curioso votante, y no una sola vez, tal que he dicho, del Hombre Blanco Lengua de Serpiente del «OTAN, de entrada no», pero OTAN sí, ¡por Manitú, por Manitú!, hoy ya un montón de grasa orgullosamente exhibida, fallecido el audaz activista pro dejar de ser interino, interinos a quienes, alcanzados sus fines, despreció, regresado nuestro héroe a su manera natural de ser, calladito, gris, aburrido, soso, pailán, rendido todo medio de comunicación gallego a sus más que humano afán, ¿qué podría molestar de él, si hasta colmaba a la vez las simpatías de galegofalantes, castellanohablantes y hablantes de ambas lenguas al tiempo, solo ruido, ya que ni una ni otra de las lenguas, gracias a Os Peares y gracias a gente más poderosa aun que el Obispo Beccaría, había aprendido en condiciones don Alberto? ¡Cousas da terra, ¿sabedes? Se lo decía muy claro Marcial de la Isla a Évole al responder a la pregunta de cómo, dónde y en qué se divertía el joven amigo antes de llegar a ser Presidente -presidente que negó y renegó de su amistad con el arousán, arousano traficante y robatierras- cuando viajaban varias parejas a Coruña, Ibiza, Portugal o Suiza: que era aburrido, que parecía un viejo, que no le gustaba ir de juerga, que solo le gustaba la mar y los paseos en barco, ojear un diario, que no tenía vicios, como él mismo, Marcial, quien dejó de fumar a los veinte y pocos años al enterarse de que el tabaco era malo para la salud, ¡mirá vos! ¿Qué recurrente obsesión habría por entonces en la loca cabecita de Núñez Feijóo?

En un texto redactado allá por el 2013, se preguntaba esta mujer: «¿Qué tenía en común un varón más o menos refinado, con su flamante carrera de derecho, su puesto de trabajo estable y un futuro más que prometedor, al que ya le había echado el ojo más de un senil y menos senil pepero, con aquella pobre gente, un rapaz abandonado, llegado a saber de dónde, pero llegado a donde todos sabíamos? ¿De qué hablaban aquellos dos varones de las fotos con una diferencia de edad de once años, Feijóo en la treintena? ¿Y en qué lengua? ¿En castellano o en gallego? ¿Qué gallego, el de la Isla de Arousa? Tan cerrado, tan de la gheada, tan de andar por la Isla… ¿Hablaban por ventura de Castelao? ¿De leyes? ¿De política? ¿De la ley d’Hont? ¿De la música del Barroco, de Quevedo, de nuestra madre Rosalía, adiós, ríos, adiós, fontes, adiós, regatos pequenos…? ¿De tías buenas? A saber de qué hablarían aquellos dos hombretones de origen social tan distinto, no queda más remedio que imaginarlo»

¡Ah, pero ya el clon de Rajoy se ha pronunciado públicamente las veces suficientes como para que a día de hoy piense algo completamente distinto! Entre ambos apenas habría más diferencia que la que puede haber entre Froilán, nieto del Campechano, y este a la edad de Froilán, por poner un ejemplo, vaya… En todo caso, a favor de Marcial de la Isla, hay algo que pocos saben y que dejé en aquel mismo artículo: «Perfecto Conde, periodista y escritor gallego, en una entrevista en el diario Público (09/04/2013) afirma: «Si hace veinte años paseases por Vilanova, A Illa o Vilagarcía de Arousa, no tardarías mucho en escuchar que Dorado era hijo natural de Vicente Otero (Terito), un cacique de la zona e histórico patriarca del contrabando de tabaco. Fue amigo personal de Manuel Fraga, y Alianza Popular, lo que hoy es el PP, le regaló una insignia de oro y brillantes.» Y añade: «Fuese o no su hijo, Marcial tuvo una juventud pobre y difícil. Trabajó muchos años como piloto en un barco de pasajeros, propiedad de una familia de A Illa, antes de empezar en el negocio del tabaco de la mano de Terito». Pues eso, en esta mi querida España, esta España mía, esta España nuestra, en la Cosa Nostra, todos tenemos lazos hasta de consanguinidad, ¿han visto?

Así que, cuando lo señalaron y reclamaron una vez más, esta vez con firmeza, de Madrid, esa ciudad a la que siempre fueron los gallegos a que se les hiciera justicia, el muchacho de sesenta años largos dudó, quizá dudó sinceramente por primera vez. ¿Quedarse como rey en Galicia? ¿No sería volver a tentar la suerte, sin suerte esta vez?¿Iba de nuevo a acobardarse frente a la posibilidad de echar a volar y aterrizar en el paraíso? No moverse otra vez, ¿no sería renunciar a subir, bajar quizá incluso según ciertos presagios domésticos? Días y días dándole vueltas se tradujeron en un desagradable regreso a lo que fue nuestro héroe al aparecer en León sin curso preparatorio alguno y poco más que algo de ropa nueva. Y eso que, como pez fuera del agua, nuestro Hamlet gallego aún ignoraba que ya había empezado a recorrer su vía crucis.

Algo, alguien, debió de darle el empujón definitivo. Como cuando, en su momento, el homúnculo de Rajoy ‘le sugirió’, a saber a instancias de quién o de quiénes, que le convenía buscarse pareja, tal vez incluso casarse, que no andamos para detallitos. Lo que importa es que obedeció, ignoro si presto, y hasta le cayó del cielo un cativo que hoy le andará por los cinco o seis añitos, ¿sabe? Porque de pronto o neno dos Peares amaneció en Madrid. El susto fue infinitamente mayor, para qué negarlo, que cuando amaneció en León aquel tenaz y esforzado adolescente… adiós, ríos, adiós, fontes, adiós, regatos pequenos, adiós, vista dos meus ollos: non sei cando nos veremos… Y volvió a traducirse casi de inmediato en una incipiente inseguridad mental, en un sentir la pérdida de la mesura que se le suponía y él pretendía, en una sobrevenida torpeza al intentar despachar el asunto que lo requiriera, en ser incapaz de ir de la ceca a la meca con la alegre despreocupación habitual de antaño, en caer en contradicciones infinitamente más frecuentes y asombrosas que las habituales en su pequeño, amoroso y cálido reino, patologías todas estas y alguna más que, de pronto, qué extraño suceso, cuajaron, crecieron, se robustecieron y se le plantaron delante desafiándolo y se hicieron carne política en torpes y aun hilarantes rajoyadas que lo asustaron al punto de creer que había perdido la cabeza definitivamente y, lo peor, que nos asustaron a todos como quizá nunca antes había logrado sino Eme Punto Rajoy. En fin, lo que se dice, en efecto, querido Beiras, volverse Núñez Feijóo de la noche a la mañana una clonación del homúnculo de Rajoy: un tatabexo mental, moral, político… En suma, un tatabexo a secas. Pobre neno dos Peares!


Presencia de Feijóo en una especie de botellón juvenil pepero de esos a los que muy excepcionalmente acudía.

(Galicia Confidencial volve a publicar o vídeo -en Youtube- censurado do discurso do Presidente da Xunta nunha cea-festa en Boqueixón no que fala da suposta «imposición» lingüística do BNG, dos enchufes do PSOE e fai varias referencias a irse de copas coa actriz de 26 anos María Mera. 25 de marzo de 2010)

(1) El Caso Reace fue un escándalo que salpicó en marzo de 1972 a la empresa Reace (Refinerías de Aceite del Norte de España, S.A.), situada en Guixar (Vigo), debido a la desaparición de 4 036 052 kg de aceite de oliva, propiedad de la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes (CAT), valorados en 167 615 172 pesetas. La empresa Reace fue fundada en la localidad pontevedresa de Redondela, por lo que el asunto también se conoce como el caso del aceite de Redondela. Alrededor de este asunto se produjeron diversas muertes extrañas de personas implicadas, lo que acentuó el interés público por el caso, incrementado por la presencia en el Consejo de Administración de Reace de Nicolás Franco Bahamonde, hermano de Francisco Franco. (Wikipedia)

(2) «Los grandes casos de la corrupción en España – El aceite de Redondela»

Una chaladura suicida — Rafael Poch de Feliu

Este mes se cumplen sesenta años de la crisis de los misiles en Cuba. Hoy nos acercamos hacia a algo parecido pero la opinión pública está en la inopia. Entre el 14 y el 28 de octubre de 1962, el mundo estuvo al borde de su total perdición. Un profundo y extremo sentido de inseguridad […]

Una chaladura suicida — Rafael Poch de Feliu
Rafael Poch de Feliu

Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona, 1956) ha sido corresponsal internacional durante 35 años, la mayor parte de ellos en la URSS/Rusia (1988-2002) y China (2002-2008) para La Vanguardia.  También fue corresponsal en Berlín, antes y después de la caída del muro, y en París. En los años setenta y ochenta, estudió historia contemporánea en Barcelona y Berlín Oeste, fue corresponsal en España de Die Tageszeitung, redactor de la agencia alemana de prensa DPA en Hamburgo y corresponsal itinerante en Europa del Este (1983 – 1987). Autor de varios libros: sobre el fin de la URSS (traducido al ruso, chino y portugués), sobre la Rusia de Putin, sobre China, y un pequeño ensayo colectivo sobre la Alemania de la eurocrisis (traducido al italiano). Actualmente es profesor de relaciones internacionales en la UNED y agricultor.

Blog personal

La lengua, cada día más vivales…

En un lugar del continente europeo conocido como Reino de España, a cuya lengua privilegiada frente a las demás llaman unos castellano y los más, español, estamos asistiendo, entre mil otras tragedias descorazonadoras de toda índole, a una en concreto que a esta mujer la va no sé si matando o llenando de ira, ya que se trata de un asunto cuyo dramático estado actual fue anunciado, denunciado, peleado y al fin perdido. Su estragamiento se diría definitivo, tanto en su manifestación oral como escrita o registro que se use en prácticamente todo medio de incomunicación español. Mientras el estado de las otras tres lenguas -dos de ellas, hermanas, y la otra, muy respetable pariente de enorme influencia, en especial en el origen del romance castellano- va mejorando sensiblemente a fuerza de empeño y lucha, por el contrario, el castellano, es decir, la lengua cristianizada o elegida por designación directa del Espíritu Santo se desfigura, se trivializa, se anglofiliza monstruosamente con metástasis dolorosisimas y aun letales, se tergiversa, se trastoca, mata…

Hay un caso que, por su rareza e interés, se ganó una entrada completa en Lengua Candeal

https://lenguacandeal.wordpress.com/2017/02/21/necrologica-verbal/

la pérdida definitiva del verbo «oír» para ganancia, denunciable por robo, de su pariente «escuchar». Pero ya no queda lingüista en España que quiera escuchar a ninguno de sus denunciantes, qué decir oír si tiempo ha el verbo feneció y, tiempo al tiempo, llegarán a hacernos prescindir de los oídos por superfluos.

Los principales responsables, aparte de esos curiosos y simpáticos seres que son los feministas radicalizados hasta la ceguera, son los periodistas de todo color y medio, trátese de prensa escrita, de televisión, de radio, de redes sociales, de lo que sea que implique voz o tecla de un tipo que pasa por periodista. Los casos más molestos son apenas un puñadito de perlas salvajes, razón de que me pregunte diariamente al acostarme, después de rezar el Jesusito de mi vida: ¿sería tan difícil lograr que la facultad de como quiera que se llame a día de hoy la de periodismo le negara tajantemente el aprobado al graduado, máster o lo que sea que permite fungir de periodista a cualquier bestezuela que se niega tozuda a aprender una docenita de cuestiones imprescindibles? Silencio. Jesusito no quiere oírme.

Pero tampoco querría excederme, sé de mi monstruosa deformación profesional, por lo que me limitaré a señalar los cotidianos sobresaltos que se puedan contar con los dedos de las manos, diez, justo los diez que deberían cortársele a quien osara minar la paz y la buena salud del oyente o lector de cada día.

1) «Si no» por «sino» o viceversa. ¡Y qué decir cuando se elide entera la condicional negativa! Ejemplo: vuelve a casa porque, si no, mamá se enfadará. Huir siempre de construcciones como esta.

2) Ya verás, amable lector, piensa el periodista de marras, cómo me cargo la coña esa de que no deba haber coma entre sujeto y predicado, a poco que me surja, pongamos, un excursito entre el uno y el otro o un sujeto de cierta extensión, de esos que despistan al auténtico periodista que soy. Ejemplo: que en tan escaso tiempo haya podido ocurrir algo tan escandaloso como lo que denunciaban ayer todos los medios ¡COMA, CONY, PON COMA, DALE ALIENTO AL LECTOR!, colma la paciencia de la ciudadanía. Pero esa coma no nos da aire, nos lo roba.

3) Si «el agua» y no «la agua» por razones que ya me explicaron en Primaria, vais a ver a qué punto lo tengo en cuenta y a pesar del tiempo transcurrido; acabo de cumplir los sesenta y tantos: de esE agua no beberé; de estE hambre jamás saciada todos somos responsables. Sí, pero unos más que otros.

4) LAS miles de personas que nos leen bien lo saben. ¡Al carajo el estribillo de que «miles» es masculino, te pongas como te pongas y sean vacas o señoras los miles de marras!

5) Dignarse (a) + infinitivo. Aunque consta con constancia total que tiempo ha que la RAE admitió la santa barbaridad de considerar aceptable la preposición ante el infinitivo, se me cayó el alma sobre la columna de un escritor gallego al que amo con fervor patrio y solo por la oración que sigue; ved si seré asquerosamente puntillosa: «Ni Pablo Casado ni Santiago Abascal se han dignado a felicitar a Ana Peleteiro… » ¿Por qué, cony, si siempre escribes como Dios? Es que la RAE me deja, seño (y «seño», te guste o no, también figura en su diccionario, junto con «insti» y otras sinsorgadas del tipo de las que podrían incluirse ad infinitum)

6) Adoro los prefijos intensivos aumentativos como re-, súper-, mega-, híper-, macro-, etc., de uso supermegaguay en cualquier noticia, crónica o columna. ¿Te importa que use y abuse de ellos, lectorcillo de mierda?

7) Como adoro términos, sintagmas y expresiones del tipo: contra más, mejor; a la que nos leyó, se puso como loco; a lo que nos dicen, la cosa va para largo.

8) ¿Y ese empeño aragonés en que el verbo «haber» puede conjugarse en plural, no es impersonal bajo ningún concepto, y por lo mismo su complemento directo es el sujeto, que yo me lo sé aunque me cueste explicarlo? Ejemplo: a pesar de que parece que han habido innumerables testigos, nadie dijo haber visto algo que le llamara la atención.

9) Enamoramiento ciego con uso abusivo del primer vocablo recién exhibido en el escaparate de un tonto de solemnidad -la solemnidad suele otorgársela el medio al que le reporta beneficios, léase ser premio Planeta o vender folletines a gogó en toda lengua conocida-, el cual vocablo, como el juguete nuevo de un chico caprichoso, a poco de manosearlo las veinticuatro horas del día, queda abandonado, tirado, olvidado quizá definitivamente. Ejemplo: «procrastinar». ¿Se les ocurre algo menos eufónico y más prescindible? No importa, por fortuna ha caído en desgracia.

10) «Cuyo o cuya» son una cursilada antañona, lector, y lo sé porque me cuesta lo que no está escrito servirme de uno u otro. Así, escribiremos: es la sede del Partido Podrido, que su coste asciende a… Jamás «cuyo coste», quita, quita…

Pues andaba yo entretenida enumerando estos minúsculos defectillos, cuando me entró en el correo el enlace a un diario, y en él, la entrevista a una, al parecer, prestigiosa ensayista y muchas más cosas que podría obviar por innecesarias, pero ya que, al terminar de leer, me entró cierta curiosidad y anduve afanosa buscando y buscando con tal de satisfacerla, hago copy and paste breve de lo esencial:

«Brigitte Vasallo 1973 Barcelona (Catalunya, Països Catalans) Profesora, activista antirracista y escritora a trompicones, «feminista» entre comillas, pensadora bastarda por elección y charnega por nacimiento. Sin estudios universitarios, ha sido camarera, marinera, limpiadora, colaboradora de medios como Catalunya Radio, Pikara Magazine,  elcritic.cat o La Directa. Su primera novela, PornoBurka, fue prologada por Juan Goytisolo y el diario Ara la incluyó en su lista de «La filosofía catalana en 12 noms» La cuestión es la substancia. Y como aquí la hay, vamos a ella. De los párrafos de la entrevista, destaco un par al azar pero, conste, todo en ella, como en el cerdo, es aprovechable.

«El otro día una persona me decía que el hecho de poderse denominar como no binaria le ha dado un oxígeno de vida y esto me parece fantástico» ¡Quién pudiera, Brigitte, quien pudiera respirar oxígeno en estos tiempos de carencia y de nadas!

«Lo que reivindico es el acceso a los medios de producción del lenguaje y que sirva para que no reproduzcamos otra vez los mismos mecanismos, que no nos convirtamos en una RAE alternativa. Hay que poner sobre la mesa que el debate sobre el lenguaje inclusivo no es lingüístico. Podemos estar de acuerdo en que cuerpa es una palabra incorrecta, pero tenemos derecho a usarla. Lo que nadie puede decir es que esta palabra no existe, porque en cuanto la dices, existe» Cony, ¿y cómo no había caído en ello? Recuerda, si no, aquello de ¡hágase la luz, y la luz fue hecha! ¡Digase cuerpa, y cuerpa existe! En cuanto dices la primera memez que se te ocurra, de inmediato cobra cuerpo, existe. Y así, se va haciendo lengua.

Aconsejo vivamente una lectura pausada y reflexiva del artículo completo. Nadie imagina mi estado de ánimo al terminar de leerlo, estado de ánimo que le deseo, como poco, a Ignacio Escolar, director de eldiario.es y, por qué no, a cuantos acogieron a este pedazo de persona en su seno. Dios nos la mantenga lejos… quiero decir, alejada de cualquier contaminación académica. 

https://www.eldiario.es/catalunya/brigitte-vasallo-hay-disputa-ver-amo-lenguaje_1_7918604.html

Bachillerato FINDE

Absolutamente pasmada, acabo de leer en primera plana de uno de mis diarios preferidos -tres si soy generosa, dos, si justa y equitativa-, lo que sigue. «Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra, angustia de las gentes confundidas a causa del bramido del mar y de las olas, desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra, porque las potencias de los cielos serán conmovidas» (Lc 21:25-26)

Cierto que lo expresa mucho más a la pata la llana. Literalmente dice:

«Educación flexibiliza el curso escolar: da más libertad a los centros para evaluar a los alumnos y a las comunidades para modificar los criterios de promoción y titulación.

El Consejo de Ministros aprueba un Real Decreto para permitir la contratación de profesores sin el máster de Secundaria; se aprueban varias medidas encaminadas a dar más libertad a comunidades y centros educativos y se carga las reválidas de Wert»

¿Educación flexibiliza? Ah, pero, entonces, era posible flexibilizar aun más, ¿lo veis?  ¿Y cómo es que no se hizo antes, Cristo Redentor? ¿Acaso había que esperar la excusa de una pandemia, como si nuestros mandatarios fueran aficionados a pescar en aguas revueltas?  ¿Y además permite la contratación de profesores sin que tengan en su haber el Máster Universitario en Formación del profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato? ¡Pues, cómo y por qué no iba a permitirse, gran Dios! ¿Para que diantre nos servía en el viejo orden ido una licenciatura a secas, un doctorado mondo y lirondo, unas oposiciones reñidas e incluso limpias, pudiendo hablarse de grado y muy en especial de un máster del que puede prescindirse alegremente, tamaña exigencia inútil que, por cierto y entre otras, nos estaba impidiendo el sumo bien de colocar como profesor en la Enseñanza Pública a nuestros queridos familiares, próximos o remotos, a los buenos amigos, a esa gente a la que hay que devolverle un favorcillo, al amable vecino o al entrañable conocido, a los benefactores en general, cuando en la privada es algo que viene ocurriendo desde antes que el universo fuera una nebulosa en la mente del Sumo Hacedor?

Llevo años jubilada, y mucho, pero mucho antes de que hubiera ocurrido tan gozoso hecho -tras haber apurado cuantas oportunidades lo retrasaban, también es cierto-, ya venía consolando y advirtiéndoles yo a mis sufridos y esforzados alumnos de bachiller de aquesta guisa: no os preocupéis, queridos míos, antes de que vuestros hijos tengan que llegar a soportar tan rigurosa exigencia, tanta crueldad y sadismo, habrá salido la Orden que considere que no solo es deseable, sino posible y el no va más de creatividad, cursar el bachillerato en un largo finde en la playita o durante una lúdica e inolvidable acampada. ¿Os jugáis algo? Veamos, os lo argumento en un abrir y cerrar de ojos. El bachillerato de mi padre duraba siete largos e intensos años de estudio y finalizaba siempre que se superara en la universidad la muy temida, y con razón, Prueba de Estado; el mío, seis, con dos reválidas y un curso Preuniversitario a superar, tras superado en el Instituto, en la universidad; el de mi hijo,  BUP, tres, más el Curso de Orientación a la Universidad, seguido de la correspondiente Prueba de Acceso a la idem -PAU-, y el vuestro, ya veis, un par, más la dichosa PAU, con un porcentaje de aprobados muy por encima del 90%. ¡Aquí pau i després glòria!

¿Cuánto tiempo creéis que tardará en llegar el requiescat in pace definitivo, es decir, en implantarse el bachiller FINDE, eh? Y como solía tratarse de algo más que una pregunta retórica, me oía decir -sin escucharme siquiera, fíjense, algo que sin duda ha de confundir las entenderas del profesional común de cualquier medio de incomunicación- gracias a esa capacidad intuitiva con que me nacieron: al menor despiste que nos permitamos por entretenimiento mayor. Y aun hube de morderme los labios para no decir calentamiento global a lo bestia, tsunami, hambruna, pandemia, ni hablar; sabía, con ese saber que proporciona el aula vivida de la infancia a la sepultura, que bastaba el vuelo de un mosquito común.

Llegado el momento, pues -continué-, dejarán de castrar por fin nuestra nunca lo bastante ponderada capacidad de ser diferentes, simples, felices, creativos, imaginativos, soñadores, emprendedores… en una palabra, cuanto vienen persiguiendo y reivindicando desde ni recuerdo ejércitos de eximios pedagogos, psicólogos, sociólogos, psiquiatras, metafísicos, poetas, raperos y chistosos en general y en el mejor de los sentidos.

Como ejemplo de los beneficios y bienes que sobrevendrán, vayamos a un anticipo en la entradilla de la noticia. ¿No dice, o sin gafas leo mal, que «se carga las reválidas de Wert»? ¿Habéis oído, dulces pájaros de juventud? ¡Se carga las reválidas de Wert! Dejad a Wert todo aparte, era un tipo raro del Partido Podrido empeñado, allá por 2012, en españolizar Catalunya. ¿Quién se acuerda de todo aquello? Vayamos al grano o medula de la cuestión. ¡Se carga las reválidas! Se carga, cony, se carga… ¿Acaso no veis en ese «se carga» un presagio de lo que podrá llegar a ser? Cualquiera de mis alumnos que hoy escribiera «se carga», en ese contexto y con ese significado, recibiría la dura amonestación de esta desorientada maestra decimonónica y el consabido puntito menos por uso inadmisible del registro coloquial o prácticamente vulgar en la redacción formal de una noticia.

E incluso, si no estuviera estúpidamente jubilada, me habría dirigido a cualquier alumno de 1º de bachiller para preguntarle: a ver, tú mismo, Joan: ¿qué habrías escrito donde ese «se carga»? Imagino al pobre muchacho titubeando y sudoroso por temor a equivocarse: _Mmm… No sé, Luisa… ¿Se suprimen? ¿Se eliminan? ¡Cuánto inútil sufrimiento en pleno siglo XXI! Por fortuna, tal que acabamos de ver y venimos viendo desde hace un montón de años, todo periodista que se precie ha abandonado definitivamente el uso esforzado y cuidadoso de su lengua en pro de querer aparentar con toda modestia que no escribe un señor cuyo oficio es escribir, sino alguien que pasaba por allí y tuvo la deferencia de ponernos al tanto de la manera más económica y eficaz posible, es decir, como si se hablara con un vecino del barrio o cuando las copas con los colegas. Así que ¡se carga, joder, y a otra cosa!

Y sé, estoy segura, de que la próxima generación de periodistas, poetas, novelistas y dramaturgos todavía irá un poquito más lejos y en lugar de escribir «se carga», sintagma ya anticuado para entonces, escribirá que lo que sea, pongamos el bachiller FINDE, «se fue a tomar por culo». Lástima grande que el Covid pueda llegar a impedirme gozar de tanta creatividad como, por fin, habrán logrado los ya mencionados pedagogos, psicólogos, sociólogos, psiquiatras, metafísicos, poetas, raperos y chistosos en general, defensores a ultranza de la creatividad que el aula y el profesor, como bien nos han enseñado, castran, y castran de por vida.